viernes, 29 de febrero de 2008

Show en Congarovia

Paraíso tropical

    No puedo creer lo nerviosa que amanecí hoy…bueno a decir verdad es que la ansiedad no me dejó dormir bien. Cada vez que estaba a punto de conciliar el sueño recordaba que el día de nuestra actuación en el carnaval de Congarovia por fin había llegado y despertaba sobresaltada. Me sorprende cómo Dalibor podía tomar esta función tan a la ligera, para él era “sólo un show más” pero yo estaba segura de que distaba mucho de ser meramente eso. Probablemente era la angustia que me sofoca siempre que se presenta una nueva situación, después de todo nunca había estado en ese lugar ni sabía quién nos iba a llevar hasta allá, sólo sabía que nos habían citado en el muelle a primera hora de la mañana…no se nos permitió llevar nuestro propio maquillaje y para colmo no nos había tocado presentar este espectáculo en particular fuera de la feria. Sabía que ya todo estaba listo pues los requerimientos para nuestro show fueron enviados hace mucho tiempo a la mismísima Cornelia Roquelare, a quién, por cierto, jamás había visto en persona. Quizás sólo era esa preocupación porque todo saliera bien en la función que siempre me da, aunque esta vez era tan intensa que el nudo en la garganta no me dejaba respirar bien y mi estómago vuelto al revés se rehusaba a dejarme probar bocado desde la noche anterior…lo único que me tranquilizaba era que mi arlequín estaría a mi lado para apoyarme todo el tiempo.

    Con poco más de lo que traíamos puesto llegamos los artistas de la feria al lugar acordado y ya en el muelle nos esperaba una tripulación marinera un tanto peculiar. Sus atuendos eran vistosos, con telas brillantes y delicadamente vaporosas las cuales contrastaban con sus muy esculpidos y enormes cuerpos. Se colocaron afuera de lo que podría llamarse un barco aunque no tenía proa ni popa, manga o eslora definidas…era completamente plano, sin velas ni mástiles. Nos guiaron hacia cubierta que más bien parecía una extensión del propio muelle sin un lugar para sentarse o siquiera sostenerse, nos recibieron el escaso equipaje que llevábamos para meterlo en un compartimiento bajo cubierta y sin más entraron a cabina para comenzar a navegar, la cual comprendí después de empezar a movernos que estaba bajo nuestros pies. La sensación de estar en mar abierto sobre tan extraña embarcación es indescriptible, su diseño es tan perfecto que da la ilusión de deslizarte sobre el agua a una velocidad impresionante. No pasó mucho tiempo, o al menos eso parecía, cuando en el horizonte vislumbramos una isla. El paisaje era hermoso, con playas de arena fina como talco y montañas con picos nevados al mismo tiempo, selvas tropicales y animales tan exóticos que no conocemos sus nombres, ríos de aguas cristalinas con cascadas bellísimas que emiten una música casi divina…todo en un mismo lugar…y al centro de la isla, destaca imponente un castillo de piedra negra. Habíamos llegado a Congarovia.

    En el muelle y ya listo para llevarnos hasta el castillo en donde sería el show, estaba un ejército de carrozas tiradas por caballos blancos y negros, y cuyas conductoras eran mujeres rubias hermosas con vestidos blancos confeccionados en tul y organza, su trato era muy agradable, fueron muy amables y atentas con nosotros…no había nada raro en ellas a excepción de que todas parecían idénticas. Sin titubear tomé la mano de Dalibor para subir a una de las carrozas, no voy a mentir, la belleza de estas conductoras me intimidó un poco y no quería que mi novio estuviera mirando más de la cuenta. En el camino a la sede del evento iba admirando el paisaje de la isla…ahora que lo pienso había muchas cosas inusuales que en el momento pasé completamente por alto envuelta en ese ambiente tan cautivante, como que los habitantes de Congarovia hacen de las cuevas sus hogares, que se pasean por el reino con vestimentas más ligeras que un pañuelo, que toda la gente es bella sin excepción, que no vi absolutamente a ningún niño en todo el tiempo que estuvimos allá…un sin fin de curiosidades que hasta este instante llaman mi atención pero que durante nuestra estancia en ese lugar pasaron inadvertidas por la perfecta armonía en que se desenvuelve la vida ahí. Poco a poco los nervios que tenía en la mañana y que no me dejaban ni pensar claramente se disipaban conforme me veía inmersa en aquel sentimiento de paz que transmitían los nativos del sitio.

    El castillo se hacía más imponente conforme nos acercábamos a él. Ya en el interior, un séquito de lacayos nos llevaron a mis compañeros y a mí hasta donde nos arreglaríamos para el espectáculo que para ese entonces no sabíamos a qué hora ni en qué escenario lo presentaríamos. El palacio colma de lujos, no podía dejar de admirar los vitrales tan detallados que parecían ser pinturas hechas en lienzo de tela y no arte en cristal, habían candelabros impresionantes, alfombras de infinidad de colores y paredes enteras tapizadas con el más fino mosaico. En el camino hacia lo que pensábamos que eran camerinos nos topamos con un par de miembros de la corte, son gente aún más hermosa que los lugareños que vimos en nuestro paseo en carroza, sólo se reían tímidamente al vernos y continuaban con lo que estaban haciendo. Recorrimos muchos pasillos y bajamos muchas escaleras antes de que nos diéramos cuenta de que nos habían guiado…¡Hasta las mazmorras! Extrañada le pregunté a uno de los lacayos que si era ahí en donde nos prepararíamos para el show y me contestó con una sonrisa que sí, que como en su nación no hay crímenes les habían dado a estas celdas una función diferente convirtiéndolas en cuartos de huéspedes. Tenía razón, cada celda estaba decorada de acuerdo al tono del resto del castillo y con el mismo lujo. Nos sorprendió ver todo nuestro equipaje perfectamente ordenado y dispuesto en este lugar después de que la última vez que lo vimos fue en el muelle antes de cruzar el mar hasta ahí. No tardó en llegar un festín para todos nosotros…y vaya que lo agradecimos, con tantas emociones y como yo no había probado nada desde media mañana del día anterior, la palabra “hambrientos” no termina de describir nuestra condición.

    Al preguntar la hora en que debía empezar la función se nos dijo que sería hasta que la luz de la luna entrara por la ventana de la tercera celda. Volteamos y vimos que el rayo de luz estaba en la primera celda aún…aunque a decir verdad esto no nos ayudaba mucho pues no teníamos ni idea de cuánto tardaría en llegar a la ventana en cuestión. Ni bien terminamos de comer entró un grupo de lacayos a atendernos. Nos dieron masajes, nos ayudaron a vestirnos para el show y hasta nos maquillaron, todos ellos fueron especialmente amables y serviciales, se marcharon en cuanto terminaron de arreglarnos…y después nos quedamos aguardando a que fuera hora de empezar el espectáculo. Parecía eterna la espera hasta que regresaron por nosotros. Yo estaba tan cansada por no haber dormido que para cuando llegaron nuestros nuevos guías en lo que menos pensaba era en la angustia que tenía y me urgía “salir de trabajar”. Me había acurrucado en los brazos de mi arlequín y me había relajado tanto que hasta pensaba en que podría dormir un poco antes de salir a escena. Para llegar al escenario recorrimos tantos pasillos y escaleras que no podría encontrar mi regreso a las mazmorras sola, el camino fue prácticamente un laberinto…y aunque tengo cierta fascinación por ellos, éste en particular era especialmente complicado. Fue impresionante para nosotros el ver que el palacio contaba con un pequeño coliseo alumbrado por antorchas de colores y que todo lo que habíamos pedido para el show estaba ahí sin excepción, nos guiaron hasta el centro de la pista y nos dividieron en dos grupos para que la corte pudiera entrar por una puerta contraria a la que habíamos cruzado nosotros, atravesar el escenario y por último subir por unas escaleras que nacían a cada lado de nuestra puerta de ingreso e iban hacia los palcos colocados justo sobre la puerta por la que entrarían ellos.

    La multitud ya estaba en sus asientos aunque no se escuchaba ese murmullo tan característico al que ya me acostumbré en la feria, sólo nos miraban de manera curiosa y nosotros realmente no sabíamos qué hacer pues sólo nos dijeron que esperáramos a la corte, así que estuvimos parados en la pista un rato antes de escuchar el anuncio de que habían llegado las tres princesas de Congarovia. Se escuchó un vitoreo cuando la puerta que quedaba frente a nosotros se abrió e hicieron su aparición Fionnula, Petaluma y Adelaida. La primera de piel blanca y de cabello largo y castaño salió al escenario saludando al público, mandándoles besos y disfrutando de los aplausos, traía puesto un vestido con un corsé que para mi gusto pudo haberle cubierto un poco más; la segunda, una mujer de tipo oriental, fue la más efusiva al salir…saludaba a los espectadores con una voz por demás aguda, gritaba y reía a cada paso que daba; la tercera, una mujer de piel morena y de cabello corto, es la más seria de todas…iba acompañada por una pirata bajita vestida de negro. Las tres pasaron por entre nosotros no sin antes mirarnos muy de cerca. Parecía que nunca habían visto personas como nosotros en su vida pues nos inspeccionaron muy detalladamente con sus ojos…y parecía que querían hacerlo también con sus manos, pero nunca nos llegaron a tocar. Para mí fue un poco estresante el encuentro, aunque se volvió más perturbador cuando Fionnula le guiñó el ojo a Dalibor y él le sonrió en respuesta.

    Cuando por fin las princesas tomaron su lugar en el palco hubo un silencio sepulcral, la gente parecía muy ansiosa y por fin pasó, se dio el anuncio de que Cornelia Roquelare entraría a la pista. La gente vitoreó que parecía vuelta loca, la puerta se abrió y la reina de Congarovia en persona junto con el perro Real, una hembra pastor alemán por demás conmovedora, pisó el escenario. Su Majestad vestía una túnica de terciopelo negro, traía joyas a juego hechas a base de platino y diamantes así como velos en telas de colores que parecían flotar a su alrededor dándole un aura de excentricidad incomparable. Pasó por en medio de nosotros sin siquiera voltear a vernos y recién tomó su lugar en el palco Real el público guardó silencio de nuevo. No estábamos muy seguros de qué hacer en este momento, pero a miradas de impaciencia supusimos que era hora de empezar la función. Como pudimos nos repusimos de la confusión que todo eso había provocado en nosotros y dimos un buen espectáculo. Todo marchaba perfectamente bien, si tuvimos errores nadie los notó y la gente parecía contenta con el show…hasta que llegó la hora del solo que me fue solicitado para finalizar el espectáculo. En ese momento se apagaron las antorchas, Su Majestad se levantó y todo el público incluyendo a las princesas se retiraron del coliseo, entraron un par de lacayos para pedirles a mis compañeros que se retiraran del escenario y quedamos Cornelia y yo a solas.

    Cornelia volvió a sentarse y yo siguiendo la dinámica de toda la faena comencé a tocar. Finalizado el espectáculo, Su Majestad dijo admirarme mucho por mi trabajo y que mi música era una inspiración tanto para su persona como para su reino…yo le agradecí la invitación y le comenté lo mucho que me había impresionado Congarovia; sonrió, clamó tener un presente para mí y salió del lugar. Al terminar el diálogo entró un lacayo con el espejo más bello que he visto en mi vida y lo sostuvo frente a mí. El marco era de plata con incrustaciones en diamantes y zafiros, como cabecera tenía un ave fénix hecha con las mismas piedras preciosas así como cráneos a cada esquina con el mismo estilo. El espejo medía exactamente mi estatura de largo y la medida de mis hombros de ancho, parecía hecho justamente a mi medida, nada sobraba y nada faltaba, así que el “puedo ver exactamente como soy” tomó un nuevo significado después de contemplar mi reflejo en esa majestuosa obra de arte.

    Mi regreso a la feria no puedo narrarlo con tanto detalle pues me la pasé dormida la mayor parte del camino bajo custodia de Dalibor, sólo recuerdo encontrarme a Lihuén afuera de mi remolque preocupada por la hora de nuestro regreso. Me pidió que fuera a su casa mañana para contarle todo lo sucedido y lo único que me preguntó en el momento fue que cómo era Cornelia Roquelare pues ese nombre retumbaba en la feria después de tan peculiar caravana el día de mi cumpleaños, pero sólo pude responderle “Pues…es…Cornelia” moviendo la cabeza al quedarme sin palabras para describir a tan excéntrico personaje.

Creado por Fénix en colaboración con Cornelia Roquelare del Cementerio Glitter

3 comentarios:

  1. GLORIOSO
    Me dio mucho gusto haber trabajado en este post contigo.... aunque he dedecirlo, fue superior a lo que me imaginé y eso que imaginaba algo inreíble.
    Si, ya sé, que por mi guest starring podría parecer que barbereo peor no, creo que en este post demuestras una madurez increíble como escritora, muchas felicidades, debo decir que es mi favorito? jejejeje
    Me emociono mucho ver omo abordabas los detalles del reino, eres una excelente narradora y este post lo confirma.
    Felicidades =) me gusta muchísimo, lo pondre en el CG.
    =D te mandé un correo
    otra vez, muchas gracias por dejarme aparecer en el laberinto y espero que te esté gustando tu espejo nuevo =)
    te quiero!

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  2. Tal y como lo esperaba, quedó excelente!!!... Me gustó mucho, muchas felicidades Fénix!!! … En definitiva, fue totalmente diferente, empezando por la fecha de publicación, un viernes!!! Y 29 de febrero!!! Jajaja, esperaba sorpresas con este post, pero no creí que llegara a este punto je… Quedó perfecto para Congarovia, fascinante lugar por cierto, adoré sus playas de arena fina como talco, montañas con picos nevados, ríos de aguas cristalinas, sus cascadas!!!… Estaba segura de que existía ese lugar!!! Je…

    Y bueno, como comentaba hace un momento, te felicito porque quedó muy bien detallada la descripción que hiciste, logras capturar la atención del lector y transportarlo al lugar en donde se está desarrollando la historia, y en mi muy personal punto de vista no cualquiera lo logra; basta con ver las pobres imitaciones que se intentan hacer en otros lugares.

    Sin duda hay un gran crecimiento en todos y cada uno de tus posssss…. Pero no perdonaré al señor de las palomitas que huye temprano y no está cuando quiero, mmmm bueno tampoco al que vende los helados y Cornelia, ya encontraste el confeti??? Yo quiero!!! Jajaja…

    Un abrazo!!!...

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  3. Me estoy comiendo un puñado de confeti, quieres?
    AMOOOOOO EL POST!!

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