martes, 5 de febrero de 2008

Tres Rosas Rojas

Tres rojas rojas

    “Despierta, bebé, feliz cumpleaños…”, fue lo primero que escuché de Dalibor el día de hoy. Me llené de emoción al ver que sostenía en sus manos un pedazo de tarta para mí colocada junto a una rosa roja y una pequeña caja de madera en un platón de cerámica. ¡Hoy es mi cumpleaños…y por primera vez en mi vida tengo a alguien que amo recordándomelo a primera hora en la mañana! Me senté en la cama, recibí el platón con mucho cuidado descansándolo en mi regazo y abracé al arlequín fuertemente. Separé la rosa acercándola a mi cara para disfrutar de ese dulce perfume que ahora más que melancolía me provocaba una dicha inmensa pues me recordaba al amor que recibía de Dalibor y tomé la cajita en mi mano. Al abrir su regalo sentí que mi corazón se detuvo un momento, era un relicario de plata grabado con mi nombre que guardaba en su interior un pedazo de tela a rombos de un lado y un espejo diminuto del otro...no habría mejor joya para simbolizar lo que más atesoro en mi vida en este justo momento, mi arlequín y mi Laberinto de Cristal.

    Después de agradecerle el obsequio levanté mi cabello y me di vuelta para que colocara el relicario en mi cuello. Él se acercó, cerró el broche de la cadena, besó mi cuello y susurró en mi oído esas dos palabras que tenemos tanta sed de escuchar y tanto miedo comprender…”Te amo”. Después de desayunar me dispuse a iniciar las labores del día, todo transcurría normalmente en la feria salvo unas cuantas felicitaciones aisladas por parte de mis amigos. Me sorprendía que recordaran que hoy era mi cumpleaños, después de todo es tan sólo el segundo que paso aquí en el parque. La primera en felicitarme fue Lihuén, aunque parecía apurada y me dio un abrazo un tanto apático…no es que esperara más, al contrario, se le agradece el hecho de acordarse de que hoy era un día especial para mí…quizás me imaginaba que iba a suceder algo diferente por toda la expectativa construida alrededor de festejar que uno existe.

    Seguí la misma rutina de siempre, me relajé un poco, me preparé para trabajar con vestuario y maquillaje, platiqué un rato con mis compañeros…y las funciones se presentaron como todos los días. El mismo olor a mantequilla y a polvo saturaban el aire, el murmullo de la gente, los aplausos, la música, el cascabeleo de las atracciones sin cambio alguno retumbaban en mis oídos…lo único que me decía que era un día importante era el relicario que traía colgado al cuello bajo mi ropa, joya que se había convertido en una especie de coraza para mí pues me daba una seguridad inexplicable al pensar que mientras tuviera a Dalibor a mi lado así el mundo se derrumbase yo no iba a inmutarme.

    Terminada la jornada de trabajo emprendía mi camino de regreso a casa cuando Lihuén me detuvo. Traía un enorme pastel de chocolate que había ido a comprar al pueblo y me dio mucho gusto poder compartirlo con todos mis compañeros del parque quienes en un santiamén improvisaron un comedor para la convivencia. Por eso mi amiga estaba apurada en la mañana, quería sorprenderme…y yo intrigada por aquel abrazo falto de calidez. La reunión estuvo llena de risas y música como todas las festividades en la feria, esta vez el pretexto era mi cumpleaños aunque yo celebraba el hecho de encontrar aquí un hogar en donde no me falta nada. Nos divertíamos con las ocurrencias de siempre, los músicos tratábamos de adivinar cómo se hacían los trucos de los magos, los payasos intentaban imitar a las bailarinas, los trapecistas no podían dar más de dos pasos en los zancos del arlequín, los niños jugaban con los perros amaestrados…cuando de pronto toda la feria se quedó muda ante el espectáculo que vimos entrar por la puerta principal, simplemente nos quedamos atónitos frente a esa visión tan impresionante y excéntrica sin poder pronunciar palabra alguna.

    Creímos que nuestros ojos nos jugaban bromas cuando las siluetas acercándose por la puerta principal del parque por fin tomaron forma…y es que nunca habíamos presenciando nada igual. Abriendo camino hasta el frente de la peculiar caravana estaba un elefante imponente con un tocado de metal con plumas de pavo real en la cabeza y su lomo estaba cubierto con seda estampada a juego con el tocado, le seguía un caballo blanco con la crin y la cola teñidas en un tono púrpura nacarado que destellaba con la luz, y al final venía un camello portando sobre su cabeza un colorido tocado de tela con incrustaciones de cristal y en el lomo, una silla forrada de terciopelo bordado con diferentes colores. Los jinetes de cada animal son tema aparte, de cada cual podría decirse una infinidad de cualidades y aún así distaría mucho de describir esa intriga y fascinación que provoca la presencia de estos seres quiméricos más fuertes que un hombre y más agraciados que una mujer, con sus rostros adornados con un maquillaje tan perfecto y llamativo como la más hermosa máscara veneciana y portando vestidos titilantes en textiles delicados bordados con lentejuelas, cristal y canutillo hicieron su aparición en el parque…
    - “Buenas noches, somos habitantes de Congarovia y buscamos a Fénix”.
    - “Yo soy Fénix, buenas noches…”, respondí intrigada.
    - “Fénix, traemos algo para ti”, me entregaron un sobre con el sello Real de Congarovia junto con una caja forrada con tela nacarada de color rosa…y así como llegaron se marcharon. Dentro de la caja había un ave fénix forjado en oro sólido, una botellita de mirra líquida y chocolates en formas curiosas como corazones rotos y enteros, lágrimas, cráneos, zapatillas y claves de Sol…y el mensaje que venía dentro del sobre leía:

“Mi Queridísima Fénix:
Me fascinó el show que armaron entre todos en la feria. Solicito su talento y su presencia para el Carnaval de Congarovia a finales de mes. Muchas felicidades por tu cumpleaños, te mando un pequeño presente aunque tu verdadero regalo será el actuar ante mi corte. ¡Besos con glitter!
Cornelia R.”

    Después de la extravagante faena regresamos a la reunión para seguir festejando. Estuvimos hasta tarde tratando de comprender lo que había sucedido y haciendo bromas al respecto. El que nos hubieran invitado a Congarovia nos emocionaba pero también nos daba un poco de temor, habrá que discutir el tema con más calma en estos días.

    Terminada mi fiesta de cumpleaños fui al Laberinto de Cristal a donde llegué con una nube de emociones en mi cabeza…y yo que me quejaba de que el día no era lo suficientemente especial. Dentro del laberinto me detuve frente al espejo ondulado que proyecta un reflejo completamente distorsionado de uno mismo, lo único que podía ver claramente era el relicario que me había regalado Dalibor pues quedaba justo a la altura en que las ondulaciones del espejo no lo tocaban…¿O será que yo me acomodé de tal manera que eso sucediera?

2 comentarios:

  1. Feliz cumpleaños Fenix!
    Felicidades!
    Fe-li-ci-da-des!!! =D
    Muy bonito el post,
    bienvenida de regreso a eso de la esritura, ya no te pierdas.
    =)

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  2. Ay los cumpleaños... tan alegres, tan tristes, tan llenos y vacíos, a veces tan desconcertantes... Pero al final siempre es agradable que las personas se acuerden...

    Qué bueno que la pasaste bien en tu cumpleaños Fénix... Hubo de todo, con una parte muy loca y todo jejeje... Por cierto, creo que mi estado de ánimo determina lo que percibo del post, la primer vez que lo leí lo sentí como muy acelerado y hasta vacío y ahora no, ahora hasta melancolía me dio jajajajajajaja... Qué caray conmigo... Pero bueno, algo me queda claro, seguro si me gustó...

    Ah y por cierto...
    ¡¡¡Feliz No Cumpleaños!!!!

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